Vecinos y vecinas alzan la voz frente al deterioro de su edificio, mientras buscan soluciones colectivas en medio de realidades que parecen repetirse en otros sectores.
En el Bloque 17 de San Antonio, El Valle, el deterioro de las áreas comunes no es solo un tema de infraestructura, sino una preocupación constante entre sus residentes. Quienes creen que “a la gente aquí no le importa el edificio” se equivocan: hay quienes, día a día, asumen la tarea de limpiar, mantener el alumbrado en óptimas condiciones, pintar y embellecer los espacios, aunque su esfuerzo individual no sea suficiente.
María: (nombre cambiado por privacidad), una vecina del cuarto piso, comenta: “Siempre estoy pendiente. Barro, limpio las rejas, trato de que al menos nuestro pasillo se vea decente. Pero hace falta más gente que se sume”. Como ella, varios residentes han expresado su malestar al comparar el estado de su edificio con el de construcciones aledañas, donde predominan la limpieza y el orden.
La situación no es única del Bloque 17. En conversaciones con conserjes de otros edificios de la zona, uno de ellos relató: “La planta baja la pulo todas las mañanas y la barro hasta cinco veces al día. Si no fuera así, no se vería como se ve”. Mientras, en el 17, el problema de cabellos enrejados y escaleras, la orina en pasillos y la acumulación de basura en jardines son solo algunos de los asuntos recurrentes.
Pero más allá de las quejas, hay datos concretos que preocupan: dos ascensores dañados, filtraciones en apartamentos, paredes sucias, bombillos quemados, zonas hundidas en la plazoleta… la lista es larga. Y el costo de mantenimiento no es menor: una cuota de condominio de 15.00US$ mensuales que, sumado a imprevistos, puede llegar fácilmente a 40$ al mes.
Frente a esto, la vocería del Consejo Comunal Comunidad Activa 17 se ha propuesto elaborar instrumentos que permitan avanzar hacia soluciones reales y conscientes. Mientras, las y los vecinos insisten: el cambio debe ser colectivo.
Imágenes adjuntas: Fotografías de áreas comunes muestran desde excremento en pasillos y jardines convertidos en basureros, hasta deterioro estructural en escaleras, rejas y fachadas.
Opinión final:
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